El término luxación congénita de cadera (LCC) hace referencia a la pérdida de contacto total de las dos superficies que forman esta articulación en condiciones normales (la cabeza del fémur y el acetábulo) en el momento del nacimiento. Es por ello que supone el máximo grado dentro de la DISPLASIA DE CADERA. No obstante, –y afortunadamente- es el de menor frecuencia de presentación.
Fig. 1.- Ecografía de cadera de un lactante de 3 semanas en la que se aprecia LCC derecha.
Esta afectación del aparato locomotor es conocida y citada ya en diferentes textos médicos desde la antigua Grecia, y su correcto diagnóstico y manejo sigue suponiendo un reto en nuestra avanzada sociedad actual, no habiendo conseguido disminuir las tasas de presentación tardía (en mayores de 1 año) incluso con la aplicación de programas decribado selectivo (el que sólo se hace a niños con determinados factores de riesgo) mediante ecografía de caderas1.
La incidencia de la LCC se encuentra entre 1 y 6 de cada 1.000 recién nacidos2, y de no tratarse correctamente en tiempo y forma puede causar una discapacidad severa que limitará las actividades habituales de la persona, y más aún las deportivas. No obstante, un apropiado tratamiento en las primeras semanas de vida con arnés de Pavlik, ha conseguido devolver la normalidad anatómica y funcional a las caderas que estaban completamente luxadas en la mayoría de los casos, así que el diagnóstico preciso seguido del tratamiento precoz es determinante en estos pacientes3.
Han sido descritos múltiples factores de riesgo en relación con la LCC, tales como tener antecedentes familiares de displasia de cadera, haber permanecido en posición de nalgas durante el embarazo, pertenecer al sexo femenino y el oligoamnios (poco líquido amniótico). Por el contrario, la prematuridad ha sido descrita como un factor protector de la LCC3.
A día de hoy, (en 2019) en España se realiza un cribado universal (a todos los recién nacidos) de la LCC, consistente en la exploración física de las caderas del bebé (por parte de su pediatra de manera habitual). Y a pesar de su realización sistemática en todos los centros y a todos los niños, no se ha conseguido solucionar este problema por completo, ya que la exploración física depende de la experiencia del médico realizador; es subjetiva; y además, en el 50% de los casos en los que una cadera está luxada, no se consigue detectar mediante la exploración física2, siendo el porcentaje de fracaso aún mayor cuando la luxación es bilateral.
Fig. 2.- Ecografía de cadera de un lactante de 3 semanas en la que se aprecia una cadera normal para su edad (tipo Ib de Graf).
En este sentido, y como ya se ha expuesto anteriormente, teniendo en cuenta que:
1.- La exploración física ayuda pero no detecta la luxación en más del 50% de los casos2.
2.- Los programas de cribado selectivo no disminuyen el número de caderas luxadas que son detectadas por primera vez en niños mayores de un año1.
3.- Cuando la cadera luxada es detectada en las primeras semanas de vida, puede normalizarse con un tratamiento ortésico (arnés de Pavlik), sin quedar secuelas y sin cirugía4.
4.- En los países en los que se ha implantado por ley un cribado universal de la displasia de cadera (Alemania, Austria, Suiza…) sí se ha conseguido reducir prácticamente a 0 el número de caderas luxadas que precisan tratamiento quirúrgico, habiendo además conseguido disminuir en 1/3 el coste total atribuible al proceso de la LCC5,
es más que razonable a nivel médico, social y político plantear la implantación de un cribado universal mediante ecografía en España, siguiendo la tendencia internacional que va en este sentido6. Mientras tanto (y estamos seguros de que llegará a implantarse más pronto que tarde), recomendamos la realización de la ecografía de cadera en todos los recién nacidos según el siguiente cronograma:
1.- Recién nacido sin factores de riesgo: entre las 4 y las 6 semanas de vida.
2.- Recién nacido con factores de riesgo: en la primera semana de vida.
Es por esto que en IHP-Orthopediatrica disponemos de un Programa Integral de Cadera Pediátrica específico en el que aplicamos la última tecnología y los más altos estándares de calidad en el diagnóstico y manejo de la displasia de cadera.
Nuestro compromiso: DISPLASIA = CERO.
1Broadhurst C, Rhodes AML, Harper P, Perry DC, Clarke NMP, Aarvold A. What is the incidence of late detection of developmental displasia of the hip in England?: a 26-year national study of children diagnosed after the age of one. Bone Joint J. 2019 Mar;101-B(3):281-87.
2Asociación Española de Pediatría en Atención Primaria. Cribado de displasia evolutiva de la cadera. 2009.
3Swarup I, Penny CL, Dodwell ER. Developmental dysplasia of the hip: an update on diagnosis and management from birth to six months. Curr Opin Pediatr. 2018;30(1):84-92.
4Zajonz D, Strobel S, Wojan M, Von der Höh N, Brandmaier P, Josten C, Schumann E, Heyde CE. Pavlik harness for the treatment of congenital hip dysplasia types D, III and IV. Orthopade. 2016 Jan;45(1):72-80.
5Graf R. Is DDH still a problem? Arch Bone Joint Surg. 2014;2(1):2-3.
6Biedermann R, Eastwood DM. Universal or selective ultrasound screening for developmental dysplasia of the hip? A discussion of the key issues. J Child Orthop. 2018;12:296-301.